miércoles, 29 de junio de 2011

Capítulo 4: Un alivio temporal

No me atrevo a hablar con él, supongo que será porque va a llegar el momento en que tenga que irse, y yo no quiero aceptarlo. Pero tengo que preguntárselo, esto no puede quedar así, sin más, tiene que decirme qué vamos a hacer, no quiero que se vaya, pero no hay remedio.

Desde que hemos llegado a casa no he compartido ni una sola palabra con él, pero sí miradas. Puedo notar un ligero toque de tristeza en sus ojos, y sé el motivo, tengo que hablar con él, tenemos que hacer algo. 

- Andrés – me he decidido a decirle – tenemos que hablar.
- Sí, estaba esperando a que me lo dijeras – se ha limitado a decir.
- Bueno, ¿qué vamos a hacer? Mañana te vas… – una lágrima ha empezado a recorrer lentamente mi mejilla antes de que pudiera continuar.
- Lo sé… no puedo evitarlo… mis padres no me dejarán quedarme sin una razón de peso, y no puedo decirles la verdad – ha dicho entristecido.
- Pero… ¿entonces? ¿Qué vamos a hacer?
- Estamos a finales de mayo… el verano está a punto de empezar… - ha comentado.
- Es verdad, entonces tal vez podría ir yo, cuando me den las vacaciones… - he reconocido aliviada.

Tras la conversación, me he dado cuenta de un detalle, el permiso de mis padres, he ido corriendo a preguntárselo a mi madre y, tras mirarme con cara rara, ha reconocido que hacía mucho tiempo ya que no visitábamos a nuestros familiares. Me he colmado de alegría y he atravesado el pasillo felizmente buscando a Andrés, le he besado y, tras acariciarme él la mejilla, nos hemos fundido en un abrazo intenso.

Ahora nos miramos felices, sin necesidad de palabras, el obstáculo está saltado y no nos molestará. Salvo por un ligero detalle, después del verano, ¿qué pasará después del verano?

5 comentarios: