domingo, 18 de septiembre de 2011

Capítulo 5: Un maravilloso colgante

He pasado gran parte del verano en el pueblo, con la familia, pero ya no queda tanto tiempo, ahora estoy en el campo, tras unos matorrales con Andrés, disfrutando de las vistas y de su compañía. Intento aprovechar al máximo cada momento, pues cada vez serán menos los que pase a su lado, dentro de varias semanas me iré, no me quedará ninguna alternativa, y tendré que despedirme de él, no sé por cuánto tiempo, pues no podremos visitarnos durante el curso.

El paisaje es precioso, un sol que adopta un tono anaranjado para alumbrar el valle, lleno de vegetación, árboles llenos de hojas en todo su esplendor. Un montón de montañas por detrás, mostrándose de un color verde increíble. El cielo se muestra de múltiples colores, sobre los que predomina una nube rosácea y un azul que se torna violeta. Es el atardecer más bello que he visto en mi vida, y más acompañado de alguien cuya sonrisa me hace sentir única.

Al fondo del valle, entre árboles y plantas, hay un río cuyo agua, clara y transparente, deja ver piedras redondeadas entre las que, generalmente, puede verse algún pez. Mi lugar favorito, es aquel en el que, tras la caída de unas rocas, puede contemplarse una pequeña cascada, a la orilla del río, hay una piedra en la que me gusta sentarme, y disfrutar de todo aquello que alcanzo a ver.


Una cálida brisa acaricia mi rostro, que, poco a poco, va sintiéndose agradecido, pues el frío asoma su cara por la ladera de cada montaña.



-          - Lucía – me llama Andrés – tengo una cosa que darte.
-          - ¿Qué es?
-          - Esto, lo encontré en el río, donde la cascada, la corriente debió traerlo hasta el valle, yo lo encontré, y ahora me gustaría dártelo.
-          - ¡Qué bonito! Es cuarzo, ¿no?
-          - Sí, lo encontré entre las piedras, con la forma de corazón, me gustó y decidí ponerle el cuero para que tuvieras un bonito recuerdo de mi parte.
-          - Muchísimas gracias, es precioso, me encanta.
-          - ¿Quieres que te lo ponga?
-          - Sí, por favor. 
        
      El colgante es magnífico, de un blanco translúcido que brilla cada vez que le da el sol. Está acompañado además por un trozo de cuero negro acomodado sobre el agujero que ha hecho Andrés sobre un costado del corazón. Además, él lo ha encontrado allí donde tanto me gusta estar, para después posarlo suavemente sobre mi cuello.
        
 - Será un recuerdo maravilloso, puedes estar seguro de que jamás me olvidaré de ti, ni dejaré que se apague el amor que hace que, junto a ti, mi corazón palpite más fuerte.
-          - Gracias Lucía, te prometo que yo tampoco te olvidaré nunca, y, por platónico que sea, este amor seguirá brillando, pase lo que pase, mientras tu colgante siga con fuerza suficiente para llenar de ternura cada corazón, yo te seguiré queriendo, puedes estar segura.
-          - ¿Sabes? Eres la única persona que consigue hacerme sentir única, que puede sacar la más sincera sonrisa cuando la tristeza se apodera de mi alma.
        
      Y, tras la última palabra, sin pensárselo, se ha acercado a mí, y, de la forma más tierna, sus labios han rozado los míos, produciendo una chispa más en mi interior, haciendo que aumente mi ritmo cardíaco, haciendo que lo ame más y más.
        
      El collar brilla, aunque no le dé el sol, pues la magia queda soldada en su interior, la magia de un amor prohibido, pero sincero. Un amor que hace que una chispa de ternura consiga despertar el más perezoso corazón, haciendo sentir a cada persona un precioso sentimiento, que, por más que lo intente, no consigo describir.